En un contexto de creciente preocupación demográfica, España enfrenta actualmente un fenómeno apodado como «invierno demográfico,» una situación que va más allá de la discusión teórica para manifestarse como una realidad inquietante. La natalidad en el país sigue descendiendo a niveles alarmantemente bajos, amenazando con desenlazar una serie de consecuencias socioeconómicas de largo alcance.
Datos recientes del Instituto Nacional de Estadística (INE) subrayan un patrón evidente: el retraso en la maternidad emerge como uno de los catalizadores principales de esta baja en la natalidad. Se ha registrado un aumento del 38% en los nacimientos de madres de 40 o más años durante la última década. Esta tendencia hacia la postergación de la maternidad se enfoca como un factor crucial detrás del declive en los nacimientos.
Al explorar más a fondo el estado actual, descubrimos el informe de la Sociedad Española de Fertilidad (SEF), en colaboración con el Ministerio de Sanidad, que destaca que en 2022 se contabilizaron aproximadamente 39,500 bebés nacidos, mil menos que en el año previo. En un giro notable, los nacimientos resultantes de técnicas de reproducción asistida han alcanzado un máximo histórico, representando un 12% del total. Nicolás Naranjo, CEO de IVI RMA para Iberia y Latinoamérica, enfatiza la creciente relevancia de estas técnicas, no solo para quienes anhelan formar una familia, sino también como un pilar para la estabilidad demográfica nacional.
El estudio de la SEF también señala que la edad promedio para que las mujeres tengan su primer hijo es actualmente de 32,6 años. Expertos apuntan que la natalidad no solo permanece en niveles mínimos, sino que podría disminuir aun más, agravando el fenómeno del invierno demográfico. Este cambio demográfico, definido por una mayor longevidad y un descenso en nacimientos, podría impactar profundamente el mercado laboral, la sostenibilidad del sistema de pensiones, el desarrollo económico, y la estructura de las prestaciones sociales, además de modificar los modelos familiares tradicionales.
Una encuesta de IVI sugiere que la falta de estabilidad económica y laboral, junto con otras prioridades de vida, son las principales razones tras la tendencia a posponer la maternidad. Entre las soluciones propuestas por los encuestados para contrarrestar el declive demográfico se encuentran una conciencia mayor sobre la infertilidad y una colaboración más estrecha entre el sector público y privado en el ámbito de la medicina reproductiva.
Según Naranjo, es crucial adaptar tanto el enfoque social como político para abordar esta situación crítica. Promover la educación sobre la pérdida de fertilidad, fomentar la preservación de óvulos y desestigmatizar el uso de la reproducción asistida son pasos esenciales. Esta perspectiva, equivalente a los cambios producidos en la percepción de la salud mental, podría proporcionar una guía viable para mitigar los efectos del invierno demográfico que España enfrenta.