El pasado sábado, el tráfico ferroviario en España se vio severamente afectado en un episodio que recordó una «jornada negra» para el sector. Dos incidentes consecutivos en Madrid provocaron el caos: primero, el descarrilamiento de un tren AVE sin pasajeros en el túnel entre las estaciones de Atocha y Chamartín, y posteriormente, una alerta policial por la presencia de una persona en una zona no autorizada en la estación de Atocha. Este último incidente llevó a cortar la energía eléctrica y suspender por completo la circulación ferroviaria en Atocha y sus alrededores, afectando extensamente los servicios de Alta Velocidad, Larga y Media Distancia y Cercanías.
Las consecuencias del doble incidente se extendieron más allá de la capital, afectando a toda la red ferroviaria en la península. La estación de Atocha, crucial para las conexiones ferroviarias que unen Madrid con Andalucía, Barcelona y la frontera francesa, se mantuvo cerrada durante dos horas, provocando la paralización de trenes y dejando cientos de pasajeros varados. Alrededor de las 21:45 horas, se restableció el servicio, tras el esfuerzo coordinado de las Fuerzas de Seguridad y personal de Renfe. La interrupción puso de manifiesto la vulnerabilidad de un sistema altamente dependiente de conexiones críticas y subrayó la importancia del mantenimiento y la seguridad en infraestructuras estratégicas.
Leer noticia completa en OK Diario.