Járkov, la segunda ciudad más poblada de Ucrania, ha sido el epicentro de un intenso bombardeo ruso que ha dejado al menos cuatro muertos y más de 70 heridos durante dos días consecutivos de ataques. En el primer ataque, más de 50 drones bomba Shahed, junto con misiles de crucero, destruyeron alrededor de 30 edificios, la mitad de ellos viviendas. Este bombardeo, considerado el mayor en lo que va de la guerra, se produjo tras las amenazas de venganza de Rusia por parte del presidente Vladímir Putin. La proximidad de Járkov a la frontera rusa, a solo 30 kilómetros, ha dificultado la defensa contra estos ataques, ya que los misiles de alta velocidad no dejan tiempo suficiente para que las defensas antiaéreas actúen eficazmente.
El bombardeo masivo en Járkov formó parte de un ataque coordinado en todo el país, que vio el lanzamiento de más de 450 drones y misiles rusos contra varias provincias, incluidos los intentos de alcanzar la capital, Kiev. Según el Kremlin, estas acciones fueron una represalia por el ataque ucraniano a las bases aéreas rusas, conocido como la operación Tela de Araña, y el sabotaje ucraniano del puente de Kerch en Crimea. El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, justificó el bombardeo ruso, declarando que Ucrania había provocado la reacción de Moscú. La inteligencia ucraniana ha observado un aumento significativo en la capacidad de Rusia para producir drones Shahed, señalando una escalada en los ataques aéreos que plantea un desafío continuo para las defensas del país.
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