En una escalada sin precedentes, el ejército israelí lanzó este viernes un intento de asesinato contra el máximo líder de Hezbolá, Hasan Nasralá, mediante el bombardeo de seis edificios residenciales en Dahiye, sur de Beirut. Las explosiones, causadas por bombas de hasta una tonelada, dejaron al menos dos muertos y 76 heridos, según el Ministerio de Sanidad libanés. Mientras los equipos de rescate buscan sobrevivientes entre los escombros, Hezbolá ha guardado silencio sobre el estado de Nasralá, aunque confirmó la supervivencia de su número dos, Hashem Safieddine. En paralelo, Israel ha indicado que atacará otras «capacidades estratégicas» de Hezbolá en la zona, aumentando la incertidumbre y el temor entre la población civil, que ha sido instada a evacuar de inmediato.
El ataque, que coincide con un discurso beligerante del primer ministro israelí Benjamin Netanyahu en la ONU, ha sido calificado de «muy preciso» por el portavoz del ejército, Daniel Hagari. Las imágenes del lugar muestran una devastación significativa, incluidas grandes columnas de humo y edificios completamente derruidos. Aunque Israel ha informado a sus aliados estadounidenses sobre el bombardeo, el presidente Joe Biden ha negado cualquier implicación de Estados Unidos. Estas acciones se enmarcan en una serie de bombardeos sobre Beirut en la última semana, acumulando una cifra fatal que se asemeja al conflicto en Gaza desde 2023. La respuesta internacional, especialmente de aliados como Irán y críticas en la ONU, subraya el riesgo de desestabilización regional que este ataque podría precipitar.
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