Al menos seis personas han perdido la vida y 86 han resultado heridas como consecuencia de la explosión de una bomba de racimo que fue lanzada hacia Israel por rebeldes hutíes. El incidente, que ha generado una respuesta inmediata de las fuerzas de defensa israelíes, tuvo lugar en un contexto de creciente tensión en la región. Las autoridades locales han intensificado las medidas de seguridad y han instado a la población a permanecer alerta ante posibles ataques adicionales.
En respuesta al ataque, el gobierno israelí ha condenado enérgicamente el uso de armamento prohibido por el derecho internacional, calificándolo como una grave violación de las normas humanitarias. Los hospitales en las áreas afectadas han trabajado a plena capacidad para atender a los heridos, mientras equipos de rescate continúan buscando posibles víctimas adicionales entre los escombros. La comunidad internacional ha expresado su preocupación y ha hecho un llamado a la calma para evitar una escalada del conflicto.
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