El reciente triunfo electoral de Donald Trump ha intensificado las hostilidades en Oriente Próximo, con una escalada en la invasión simultánea de Israel en Líbano y Gaza. En Líbano, la ofensiva ha alcanzado nuevas dimensiones, con tropas israelíes penetrando la denominada “segunda línea” de defensa de Hezbolá. Los bombardeos sobre Beirut y otras partes del país se han vuelto más severos, con el suceso más mortífero reportado este martes, cuando 78 personas perdieron la vida. En este contexto de violencia renovada, el jefe de medios de Hezbolá, Mohamed Afif, fue asesinado en un ataque israelí en Beirut, marcando un rara vez visto ataque selectivo contra un civil, que no fue precedido por el habitual aviso de evacuación.
Paralelamente, en el sur de Gaza, la táctica israelí de desplazar a la población palestina y utilizar el hambre como estrategia de combate incrementa la crisis humanitaria. Un ataque reciente en Beit Lahiya resultó en la muerte de 72 personas, evidenciando el alto costo humano del conflicto. A esto se suma la habitual agresión contra convoyes de ayuda humanitaria, con un bombardeo en Jan Yunis que dejó cinco guardias muertos, lo que desató saqueos posteriores. Este prolongado conflicto, iniciado por un enfrentamiento de baja intensidad entre Hezbolá e Israel tras un ataque de Hamás en octubre de 2023, ha dejado un saldo devastador de 3,481 muertos y 14,786 heridos en Líbano, y ha forzado el desplazamiento de más de un millón de personas, exacerbando la ya frágil situación en la región.
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