En un movimiento que refleja los desafíos actuales del gigante tecnológico, Intel ha puesto a la venta sus oficinas en Swindon, Reino Unido, tras más de cuatro décadas de presencia en Europa. Esta decisión forma parte de una estrategia más amplia de reestructuración y reducción de costes que incluye el despido de miles de empleados.
Intel ha contratado a Colliers para gestionar la venta de su parcela de más de 5 hectáreas en Swindon. Estas instalaciones, construidas a principios de los años 80, albergan actualmente a más de 1.000 empleados. Un portavoz de la compañía explicó: «Estamos cambiando nuestra estrategia inmobiliaria global para centrarnos en menos ubicaciones más pobladas y eliminar el espacio subutilizado. Este enfoque fomentará una mayor colaboración en persona en nuestros sitios más grandes y, al mismo tiempo, generará ahorros de costos para la empresa».
Se estima que el valor de la propiedad supera los 12 millones de dólares, una cifra modesta para los estándares de Intel, lo que sugiere que la compañía busca no solo deshacerse de inmuebles y los costes asociados, sino también reducir su masa salarial.
La decisión de vender la sede de Swindon se enmarca en un contexto más amplio de reestructuración en Intel. Pat Gelsinger, CEO de la compañía, ha señalado recientemente que los costes son demasiado altos mientras que los márgenes son demasiado bajos. Esta situación ha llevado a Intel a tomar medidas drásticas para optimizar sus operaciones y mejorar su competitividad frente a rivales como TSMC, AMD y NVIDIA.
En un giro inesperado de los acontecimientos, se ha revelado que Arm, la empresa británica de diseño de chips, se acercó recientemente a Intel para explorar la posibilidad de adquirir su división de productos. Aunque Intel ha negado cualquier intención de vender, este interés por parte de ARM sugiere que los grandes actores del sector pueden estar percibiendo vulnerabilidades en la posición de Intel.
Las estrategias de ambas compañías muestran caminos divergentes. Intel ha separado su división de productos de sus fábricas, lo que podría facilitar la atracción de nuevos inversores o potenciales compradores. Por otro lado, bajo la dirección de Rene Haas, ARM busca expandirse más allá del mercado de teléfonos inteligentes hacia sectores como PC y servidores, compitiendo directamente con Intel, Qualcomm y AMD.
Mientras tanto, Intel, con una capitalización de mercado de 102.300 millones de dólares, busca opciones para recuperarse, incluyendo una posible inversión de Apollo Global Management. Arm, por su parte, ha visto aumentar su valoración a más de 156.000 millones de dólares, impulsada en gran parte por la creciente demanda de chips para inteligencia artificial.
Estos movimientos en el sector tecnológico reflejan un panorama en constante evolución, donde las empresas deben adaptarse rápidamente a las cambiantes condiciones del mercado y la feroz competencia en la industria de los semiconductores.