Intel enfrenta una de sus etapas más turbulentas en tiempos recientes. Michelle Johnston Holthaus, quien dedicó más de tres décadas a la empresa, ha sido apartada de su cargo tras solo nueve meses de haberlo asumido. Aunque oficialmente se declaró que renunció voluntariamente, los indicios señalan un despido camuflado, debido a que no cumplió con los objetivos establecidos por el nuevo CEO, Lip-Bu Tan, en un clima donde la presión política de Estados Unidos, liderada por Donald Trump, es creciente.
Holthaus había tomado las riendas de la dirección de productos al cierre de 2024, tras la partida de Pat Gelsinger. Durante la fase de transición, asumió como codirectora ejecutiva interina, lo que creó expectativas sobre un nuevo comienzo bajo su liderazgo. Sin embargo, con la llegada de Tan, su influencia se desvaneció lentamente. El CEO optó por revisar la estrategia tecnológica, lo que redujo las responsabilidades de Holthaus. Ella invocó esta disminución de funciones para acogerse a una cláusula de “justa causa”, permitiéndole recibir una indemnización según un contrato valorado en 12,6 millones de dólares anuales. Intel asegura que seguirá como asesora no ejecutiva hasta marzo de 2026 para facilitar la transición.
La partida de Holthaus coincide con la reciente retirada de Ann Kelleher, otra figura femenina clave en el desarrollo tecnológico de la empresa. Actualmente, April Miller Boise es la única mujer en la alta dirección de Intel, lo que evidencia una preocupante pérdida de diversidad en la cúpula directiva de la compañía, un factor crucial en la industria tecnológica.
Simultáneamente, Intel ha anunciado importantes cambios directivos. Kevork Kechichian, con experiencia en Arm, NXP y Qualcomm, liderará la división de centros de datos. Srinivasan Iyengar dirigirá un nuevo grupo de ingeniería enfocado en el negocio de silicio a medida. Naga Chandrasekaran ampliará sus funciones en Foundry Services, y Jim Johnson ha sido designado como jefe del área de computación para clientes. Todos reportarán directamente al CEO, implementándose un modelo de gestión más vertical.
El trasfondo político es ineludible. Con fondos públicos comprometidos en Intel para fortalecer la soberanía tecnológica de EE.UU., el gobierno de Trump demanda resultados tangibles. La compañía debe recuperar el liderazgo en CPUs y competir vigorosamente en inteligencia artificial y servicios de foundry contra rivales tanto asiáticos como estadounidenses.
Los cambios ejecutivos y el inflow de nuevos talentos reflejan un intento de acelerar la transformación. Sin embargo, los analistas advierten que, sin una estrategia clara y sostenible, estas acciones podrían ser meras maniobras superficiales.
La abrupta salida de Michelle Johnston Holthaus, en menos de un año, simboliza la inestabilidad que Intel ha experimentado en la última década. La empresa navega en un momento crítico, con su reputación y posición en la industria global de semiconductores en juego.
Más información y referencias en Noticias Cloud.