Intel, el gigante de los semiconductores, ha sacudido al mundo tecnológico con la posibilidad de abandonar el desarrollo de su próxima generación de chips avanzados, conocidos como Intel 14A. Esta revelación, oculta en un documento regulatorio publicado discretamente, ha dejado en vilo al sector y ha golpeado las acciones de la compañía en Wall Street.
La empresa enfrenta un desafío crucial: sin un cliente externo destacado interesado en su tecnología de fabricación avanzada, la continuación de este proyecto podría no ser viable económicamente. El impacto fue inmediato, con una caída del 9 % en el valor de las acciones al día siguiente del anuncio.
Intel atraviesa un momento complejo bajo la dirección de su nuevo CEO, Lip-Bu Tan. Recientemente, la empresa ha realizado importantes recortes de personal en su campus insignia de Oregón, Gordon Moore Park, y ha congelado proyectos de expansión tanto a nivel nacional como internacional.
El modelo de negocio que apuesta por abrir sus fábricas a terceros, como Apple o Nvidia, aún no madura. A pesar del apoyo financiero de la Ley CHIPS del gobierno estadounidense, la falta de clientes de peso para esta estrategia complica el panorama. Analistas advierten que el anuncio de posible retirada erosiona aún más la confianza en el compromiso de Intel con la innovación.
Abandonar el desarrollo de chips de última generación podría afectar significativamente a la compañía: obsolescencia de instalaciones valoradas en más de 100.000 millones de dólares, pérdida de inversiones y fuga de talento. Especialmente preocupante es el destino del campus de Oregón, vital para la investigación y desarrollo de Intel en el mundo.
El anuncio también se percibe como un posible llamado de atención al gobierno estadounidense para desbloquear fondos adicionales de la Ley CHIPS, cruciales para el futuro del complejo en Oregón. Lip-Bu Tan, sin embargo, mantiene conversaciones con potenciales clientes para intentar salvar la situación en un plazo de 18 meses.
La posible retirada de Intel del desarrollo de chips avanzados no solo afectaría a Oregón, sino que tendría repercusiones amplias en la competitividad tecnológica de Estados Unidos frente a rivales asiáticos como TSMC y Samsung.
El sector de los semiconductores está en un punto crítico, y la industria global observa de cerca cada paso de Intel, cuya trayectoria ha sido sinónimo de innovación.
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