Los gobiernos de varios países han implementado nuevas medidas para combatir la creciente crisis climática, enfocándose en la reducción de emisiones de carbono y el fomento de energías renovables. Estas acciones responden a la creciente presión de la comunidad internacional y a una serie de desastres naturales cada vez más frecuentes e intensos. Algunos países han comenzado a imponer impuestos más altos sobre las emisiones contaminantes, mientras que otros están invirtiendo significativamente en infraestructura verde. Los avances tecnológicos en la extracción de energía solar y eólica han facilitado en parte esta transición.
Sin embargo, estos esfuerzos no están exentos de desafíos. Las economías dependientes de combustibles fósiles enfrentan resistencias internas que retrasan la implementación de políticas más sostenibles. Además, las disparidades económicas entre naciones ricas y en desarrollo complican la adopción generalizada de tecnologías limpias, generando un debate sobre justicia climática y equidad. A pesar de estos obstáculos, la cooperación internacional continua siendo un pilar fundamental, reflejada en convenios y pactos que buscan un compromiso conjunto para mitigar los efectos del cambio climático de una manera inclusiva y eficaz.
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