En Lisboa, el peor accidente de transporte público en décadas ha puesto en el centro del debate las labores de mantenimiento de los funiculares centenarios de la ciudad. El presidente de Carris, Pedro de Brito Bogas, negó que hubiera deficiencias en los controles y destacó que los gastos de mantenimiento se habían duplicado en la última década. A pesar de las inspecciones recientes que no detectaron anomalías, se sospecha que la rotura de un cable pudo haber sido la causa del siniestro, lo que llevó al funicular a descarrilar y estrellarse contra un edificio. La Fiscalía General de la República ha iniciado una investigación para esclarecer los hechos, mientras que Carris realizará su propia pesquisa interna.
Tras el accidente, que dejó un saldo de 16 muertos y 22 heridos, muchas personas han expresado su pesar ante la tragedia. El primer ministro, Luís Montenegro, agradeció la rápida intervención de los equipos de rescate y anunció que TAP, la aerolínea nacional, asistirá en la repatriación de víctimas internacionales. Ante el dolor, se ha optado por suspender el servicio de funiculares y los actos políticos relacionados con las elecciones municipales de octubre. Las reacciones internacionales no se han hecho esperar, con líderes mundiales y miembros de la realeza enviando sus condolencias y solidaridad al pueblo portugués en estos momentos difíciles.
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