La galería de restauración del macrocomplejo, que prometía ser un epicentro gastronómico y cultural, ha enfrentado un incierto destino marcado por la salida continua de firmas. Desde su inauguración, no ha logrado captar el interés necesario para sostener una operación de esta magnitud. En vez de consolidarse como un atractivo polo de experiencias culinarias, la galería ha visto un flujo constante de restaurantes y negocios que abandonan el proyecto, sin vislumbrar un crecimiento que pueda revertir la situación. La falta de afluencia regular de comensales y visitantes ha sido un problema persistente, provocando que varios locales opten por cerrar sus puertas o buscar otros lugares más prometedores para establecer sus propuestas gastronómicas.
Entre los afectados se encuentra Mad Gourmets, una iniciativa que agrupaba 20 stands de comida variada dentro del mercado gourmet del complejo. Este proyecto enfrentó especialmente dificultades económicas, acumulando una deuda que supera los dos millones de euros, un reflejo de la desesperada situación financiera que aqueja al lugar. La presión fiscal y los costos operativos, junto con la insuficiente clientela, han complicado la viabilidad de negocios que inicialmente esperaban beneficiarse del prestigio del exclusivo desarrollo. La crisis de Mad Gourmets destaca las dificultades inherentes en la gestión de grandes proyectos de este tipo, en particular cuando no logran captar la cantidad de visitantes necesaria para sostener su propuesta original.
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