En un sorprendente giro de eventos en el conflicto sirio, la milicia Hayat Tahrir al-Sham (HTS) ha logrado tomar el control de Damasco con una velocidad que ha superado los precedentes históricos recientes, como el asedio de Kabul en 2021 o la caída de Gadafi en 2011. La ofensiva, que se llevó a cabo con precisión táctica y una coordinación impresionante, dejó a las fuerzas gubernamentales y aliados internacionales desbordados en cuestión de días. Este avance relámpago ha conmocionado tanto a los observadores locales como internacionales, quienes esperaban una resistencia mucho más prolongada en el bastión del poder sirio.
El impacto de esta toma se siente no solo en la esfera política, sino también en el ámbito humanitario, con miles de civiles desplazándose en busca de seguridad. Mientras la comunidad internacional evalúa la situación y analiza sus posibles respuestas, el control de HTS en Damasco plantea serios desafíos a los esfuerzos de paz en la región. Este desarrollo subraya el cambiante equilibrio de poder en el conflicto sirio y apunta a un periodo de incertidumbre y posibles reconfiguraciones en las alianzas regionales, en un momento en el que la estabilidad parece más esquiva que nunca.
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