Un nuevo estudio realizado por el Hospital del Mar ha revelado que tener niveles de glucosa en sangre más altos de lo habitual en el momento del ingreso hospitalario por ictus isquémico se asocia con un pronóstico significativamente peor y un mayor riesgo de mortalidad. La investigación, que se publica en la revista Cardiovascular Diabetology, analiza datos de casi 3.000 pacientes tratados en este centro médico y muestra que un incremento del 10% en los niveles de azúcar en sangre puede aumentar en un 7% la probabilidad de un mal pronóstico y en un 10% la de fallecer en un plazo de tres meses tras sufrir el accidente cerebrovascular.
El estudio profundiza en el impacto de la hiperglucemia en el pronóstico de los pacientes que han sufrido un ictus, un fenómeno que ya se había observado pero que no se había estudiado de forma exhaustiva. A partir del análisis de 2.774 pacientes, los investigadores confirmaron que niveles de glucosa que exceden el umbral habitual se traducen en un aumento del riesgo de mortalidad y una peor recuperación, independientemente de otros factores como la edad, la presencia de diabetes y la gravedad del ictus.
La Dra. Elisenda Climent, parte del equipo investigador, señaló que cada incremento del 10% en los niveles de glucosa durante el ingreso hospitalario se traduce en un aumento del 7% en el riesgo de un pronóstico adverso y del 10% en el riesgo de muerte. Además, en aquellos pacientes con niveles de glucosa marcadamente elevados, el riesgo de un mal pronóstico se eleva en un 62%, mientras que el riesgo de mortalidad alcanza un 88%.
Los investigadores tienen la intención de continuar estudiando la relación entre los niveles de glucosa y el pronóstico para determinar si se deberían tomar medidas para controlar la hiperglucemia en estos pacientes. Actualmente, el tratamiento se mantiene conservador debido al riesgo de complicaciones asociadas con un descenso drástico de los niveles de glucosa. La Dra. Ana Rodríguez explicó que aún no se ha implementado un tratamiento intensivo para controlar la glucosa, dado que un enfoque más agresivo no ha demostrado ser más efectivo y podría poner en peligro el estado del paciente.
El siguiente paso en la investigación será determinar si la glucosa elevada es simplemente un marcador de gravedad o si es un factor que se puede manipular para mejorar el estado de salud de los pacientes con niveles anormalmente altos. Esta investigación podría abrir la puerta a nuevas estrategias terapéuticas, como una terapia intensiva con insulina, que podría cambiar el enfoque en el cuidado de estos pacientes.