Investigadores de la Universidad de Tokio, en colaboración con la de Waseda, han logrado un avance significativo en bioingeniería al crear un brazo robótico de 18 centímetros, compuesto por tejidos musculares humanos capaz de mover los dedos. Este desarrollo representa un paso adelante hacia la creación de prótesis que funcionen como partes reales del cuerpo, al poder regenerarse y ser construidas a partir de las células del usuario. El brazo, que es el más grande construido en un laboratorio hasta ahora, incorpora músculos cultivados en un entorno nutriente, combinados con elementos mecánicos hechos de polímeros biocompatibles. Estos músculos se enrollaron en finas capas y se integraron en una estructura robótica para crear movimientos articulados, denominados MuMuTAs, que permiten la contracción de los músculos mediante estimulación eléctrica.
Mientras tanto, en Barcelona, el Instituto de Bioingeniería de Cataluña (IBEC) avanza en la creación de estructuras musculares utilizando bioimpresoras 3D. Estas impresoras permiten reproducir la estructura interna del músculo, otorgándole funcionalidad, al crear sistemas de estimulación más precisos mediante sensores y electrodos. Este enfoque no solo ayuda a replicar el funcionamiento muscular humano, sino que también facilita estudios sobre la respuesta a medicamentos y compuestos activos. A pesar de estos avances, persisten desafíos significativos, como la conexión con señales neuronales y la viabilidad a largo plazo fuera de un laboratorio, junto con el desarrollo de sistemas de vascularización para el funcionamiento de los tejidos en cuerpos receptores. Este progreso en bioingeniería no solo promete mejorar las prótesis biónicas, sino también revolucionar la manera en que se realizan pruebas médicas y farmacológicas.
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