Los injertos de piel modificados genéticamente, elaborados con células del propio paciente, han demostrado ser una solución eficaz para tratar heridas resistentes en individuos con epidermólisis bullosa distrófica grave. Este hallazgo proviene de un ensayo clínico de fase III realizado por investigadores de Stanford Medicine, donde se comprobó que los pacientes experimentaron una curación notablemente mejor, con una reducción significativa del dolor y la picazón en comparación con los métodos tradicionales. El estudio, publicado en The Lancet, destaca cómo esta innovadora terapia génica puede transformar la vida de personas que sufren esta enfermedad extremadamente dolorosa.
Tras tomar una pequeña biopsia de piel sana, los científicos introdujeron un gen corregido que repara las lesiones causadas por un defecto en el colágeno VII. Después de un proceso de 25 días de cultivo, los injertos mostraron que un 81% de las heridas tratadas habían cicatrizado al menos a la mitad en 24 semanas, en comparación con solo un 16% en el grupo de control. Los pacientes informaron mejoras en el dolor y la formación de ampollas, y los efectos secundarios fueron generalmente leves, lo que sugiere que esta técnica no solo es prometedora, sino también segura.
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