En un esfuerzo por fortalecer su influencia en Europa, Moscú está apoyando a formaciones políticas que se oponen a la Unión Europea mientras difunde narrativas destinadas a debilitar la confianza en los gobiernos locales. A través de una combinación de propaganda y apoyo financiero, el Kremlin busca socavar la cohesión del bloque europeo y promover su agenda. Esta estrategia incluye el respaldo a partidos que desafían directamente las políticas de Bruselas, utilizando plataformas digitales y medios de comunicación para amplificar mensajes que cuestionan la eficacia y legitimidad de las democracias occidentales.
Expertos en seguridad y analistas políticos han advertido que estas tácticas rusas están diseñadas para explotar divisiones preexistentes dentro de los países europeos. Al sembrar desconfianza y fomentar la polarización política, Moscú pretende debilitar las estructuras de gobernanza de la UE y alentar sentimientos euroescépticos. Esta intervención subraya el desafío que enfrentan las democracias europeas para proteger sus procesos políticos de influencias externas que buscan desestabilizar el orden regional establecido.
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