En los últimos años, las semillas de ciertos árboles, comúnmente conocidas como vilanos, han captado la atención de las autoridades debido a su peculiar comportamiento y los riesgos asociados. Estos vilanos, envueltos en una capa algodonosa que los ayuda a flotar, pueden acumularse en el suelo en tal cantidad que algunos parajes parecen cubiertos de nieve. Aunque generalmente provocan reacciones alérgicas leves, como picazón en la nariz, estornudos o irritaciones oculares, el verdadero riesgo radica en su alta inflamabilidad, particularmente durante los meses más calurosos.
Para mitigar este peligro creciente, los agentes forestales han intensificado sus esfuerzos, centrándose en las áreas cercanas a núcleos urbanos y en choperas que representan un mayor riesgo debido a su popularidad o valor ecológico. En 2024, se llevaron a cabo un total de 527 inspecciones, con especial énfasis en las regiones este y sur de la comunidad autónoma.
Durante estas inspecciones, los agentes evalúan la cantidad de vilanos acumulados y la vegetación circundante, que podría facilitar la propagación de un incendio. Tras el análisis, se informa al Cuerpo regional de Bomberos sobre la ubicación y estado de los puntos de riesgo identificados.
En situaciones críticas, los bomberos implementan medidas preventivas, como riegos, para compactar las semillas y disminuir su propensión a incendiarse. La información recopilada en estas inspecciones también es crucial para planificar la ubicación estratégica de retenes y otros medios de extinción.
Mientras tanto, se insta a la población a tomar precauciones adicionales, evitando acciones que puedan desencadenar incendios, como prender fuego a la pelusa o realizar quemas en las proximidades de estas áreas. La colaboración entre las autoridades y los ciudadanos es esencial para minimizar los riesgos y proteger tanto la seguridad pública como el patrimonio natural de la región.