La joven promesa taurina de Salamanca enfrentó una tarde desafiante en la plaza, lidiando con seis novillos que no ofrecieron el mejor comportamiento. Aunque las expectativas eran altas, la tarde se complicó rápidamente, dejando un sabor agridulce para el torero que buscaba abrirse paso hacia la gloria. A pesar de los esfuerzos y momentos de brillantez en el ruedo, el balance fue modesto: una sola vuelta al ruedo como reconocimiento a su valor y entrega.
El ambiente en la plaza reflejaba tanto la esperanza depositada en el torero como la decepción por unas faenas que no pudieron culminar en éxito rotundo. La puerta grande, ansiada por todo torero, quedó entreabierta, dejando patente que la épica y la destreza no siempre se alinean con la fortuna. Aun así, el público reconoció su valentía y perseverancia, destacando su potencial para futuras tardes de triunfo.
Leer noticia completa en El Mundo.