En los últimos meses, el líder norcoreano Kim Jong-un ha reiterado su compromiso de ofrecer «apoyo total» al presidente ruso Vladimir Putin, en el marco de una creciente alianza que se ha ido consolidando a lo largo del año. Este respaldo fue formalizado en junio, cuando ambos líderes se reunieron en Pyongyang para firmar una «asociación estratégica integral», la cual no solo fortalece los lazos diplomáticos y económicos entre ambas naciones, sino que también incluye un acuerdo de defensa mutua. La firma de este tratado subraya la intención de ambos países de presentar un frente unido en el escenario internacional, desafiando las presiones y sanciones impuestas por potencias occidentales.
El acuerdo refleja un significativo cambio en las dinámicas geopolíticas, con Corea del Norte acercándose a Rusia en un momento en el que Occidente sigue preocupado por las tensiones militares en varias regiones del mundo. La cooperación entre Kim y Putin abarca no solo la defensa, sino potencialmente también áreas como tecnología y energía, sectores críticos para ambos países. Este pacto estratégico podría recalibrar el equilibrio de poder en Asia y más allá, mientras líderes globales observan con atención las implicaciones que estas alianzas tendrán para la seguridad y estabilidad regional, así como para las políticas de restricción que hasta ahora han intentado aislar al régimen de Pyongyang.
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