Los centros públicos especializados en atención social han registrado una notable disparidad de género entre sus usuarios, según recientes estadísticas. Solo un 10% de las personas atendidas en estas instituciones son hombres, lo que pone en evidencia una diferencia significativa en la utilización de estos servicios por parte de ambos sexos. Este fenómeno ha suscitado preocupación entre los expertos, quienes advierten que los hombres podrían estar enfrentándose a barreras culturales y sociales que les impiden buscar ayuda de manera activa o reconocer la necesidad de apoyo en situaciones como violencia doméstica, problemas psicológicos o situaciones de vulnerabilidad económica.
El desequilibrio en la representación masculina en estos centros también podría estar relacionado con la percepción social generalizada sobre la masculinidad, que a menudo desalienta a los hombres a expresar debilidad o necesidad de apoyo. Las instituciones implicadas se enfrentan al desafío de desarrollar estrategias que alienten a los hombres a romper con estos estigmas y acceder a los servicios disponibles. Se están considerando campañas de concienciación y la habilitación de espacios más inclusivos que promuevan un ambiente seguro y libre de juicios, buscando equilibrar la balanza en el uso de estos recursos esenciales para la comunidad.
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