La ciudad de Bangkok, Tailandia, fue sacudida por una oleada de terror el pasado viernes debido a los efectos de un potente terremoto de magnitud 7,7 que tuvo su epicentro en la vecina Birmania. Aunque el movimiento telúrico se originó a más de 1,000 kilómetros de distancia, sus efectos fueron devastadores en la capital tailandesa, provocando el colapso de un edificio de 30 pisos en construcción, cerca del famoso mercado de Chatuchak. Hasta el momento, se han contabilizado 11 muertos y varias decenas de heridos y desaparecidos. Las autoridades han iniciado una investigación para determinar las causas exactas de este colapso, focalizando su atención en la calidad de los materiales de construcción, particularmente en el tipo de acero utilizado.
El ministro de Industria de Tailandia, Ekkanat Promphan, ha señalado que se están revisando los planos del edificio e investigando las especificaciones de los seis tipos diferentes de acero empleados en la estructura, algunos de los cuales podrían no cumplir con los estándares de calidad. En una rueda de prensa en Bangkok, Promphan ha dejado entrever la posibilidad de irregularidades en el proceso de edificación, sugiriendo que podría haberse utilizado material «falso». Mientras tanto, los equipos de rescate, apoyados por tecnología avanzada como drones y cámaras termográficas, continúan su arduo trabajo para intentar encontrar supervivientes entre los escombros, aunque el tiempo juega en su contra. Las señales de vida detectadas han mantenido vivas las esperanzas, pero el gobernador de Bangkok, Chadchart Sittipunt, ha advertido que cada hora que pasa disminuyen las posibilidades de hallar personas con vida bajo las ruinas.
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