En un desarrollo que eleva las tensiones diplomáticas, el régimen ha procedido a desconectar los fusibles eléctricos de la embajada argentina, alegando que el impago de las facturas de servicios públicos por parte del gobierno de Buenos Aires ha forzado esta medida extrema. Este incidente se erige como un nuevo episodio en la serie de desencuentros entre los dos países, que ya habían experimentado fricciones previamente debido a desacuerdos políticos y económicos. La acción, descrita por observadores internacionales como una inusual medida de presión, ha suscitado la preocupación de la comunidad internacional sobre el respeto a las convenciones diplomáticas, que generalmente aseguran el mantenimiento de los suministros básicos a las misiones extranjeras.
El gobierno argentino, por su parte, ha manifestado su sorpresa y descontento por la medida, atribuyéndola a una escalada innecesaria del conflicto. Las autoridades argentinas insisten en que siempre han cumplido con sus obligaciones financieras respecto a los servicios de la embajada. Este incidente plantea interrogantes sobre las motivaciones reales detrás de la acción del régimen, considerando el efecto desestabilizador que tiene no solo en las relaciones bilaterales, sino también en la percepción internacional del respeto a los protocolos diplomáticos. Analistas sugieren que esta táctica podría ser parte de una estrategia más amplia para ejercer presión política en un contexto de creciente aislamiento del régimen en el escenario global.
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