A pesar de haber alcanzado un acuerdo de alto el fuego el 19 de enero, la región sigue sumida en la violencia, con un saldo alarmante de alrededor de un centenar de palestinos muertos en ataques continuos. Esta cifra, reportada por el Ministerio de Sanidad de Hamas, refleja la intensidad de los episodios violentos que, aunque deberían haberse aliviado tras el acuerdo, persisten casi a diario, poniendo de manifiesto la fragilidad de la tregua pactada. Los enfrentamientos no solo han dejado un rastro de víctimas fatales, sino que además han intensificado la crisis humanitaria y el desplazamiento en la región, aumentando la presión internacional para que se ponga fin a las hostilidades.
La comunidad internacional observa con creciente preocupación cómo los intentos por estabilizar la región no logran frenar el ciclo de violencia. Este contexto de tensión constante contradice el espíritu del alto el fuego y plantea serias dudas sobre su efectividad, además de indicar un posible colapso del proceso negociador. Mientras tanto, las organizaciones humanitarias en el terreno enfrentan grandes desafíos para atender a los heridos y desplazados, resaltando la urgencia de encontrar una solución política duradera y sostenible que asegure la paz y la seguridad para todas las partes involucradas.
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