El reciente estallido de indignación en la prensa marroquí surge tras la publicación de artículos en el diario francés «Le Monde», los cuales abordan el estado de salud de Mohamed VI y la estabilidad de la monarquía alauí. Este contexto ha sacudido la aparente calma en Rabat durante la temporada veraniega. La aparición del monarca marroquí en la ceremonia del aniversario del natalicio del profeta Mahoma marcó su regreso a la escena pública tras una ausencia prolongada. La Asociación Nacional de Medios y Editores reaccionó vehementemente, acusando a «Le Monde» de seguir una agenda hostil contra la monarquía, en un momento en que surgen rumores sobre su posible declive físico y potenciales luchas internas por el poder ante un eventual proceso de sucesión.
Además de los desafíos internos, Marruecos también enfrenta amenazas cibernéticas. El rey designó recientemente a un nuevo director para la Dirección General de Seguridad de los Sistemas de Información, en un esfuerzo por contrarrestar brechas de seguridad tras una serie de ciberataques. Estos ataques, atribuidos al grupo Jabaroot de origen argelino, han expuesto datos confidenciales de altos funcionarios gubernamentales, intensificando el clima de tensión. Esta situación refuerza la narrativa nacionalista en Marruecos, con figuras políticas como el ex primer ministro Abdelilá Benkirán uniéndose en rechazo a la injerencia extranjera y afirmando el papel central de la monarquía en la estabilidad del país. La atención se centra ahora en cómo el monarca y su gobierno responderán a estas amenazas internas y externas que desafían su tradicional liderazgo.
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