La Eurozona enfrenta un panorama incierto con Francia y Alemania, sus motores económicos, en crisis tanto política como económica. En Francia, el presidente Emmanuel Macron se encuentra en la búsqueda de un nuevo primer ministro tras la dimisión de Michel Barnier, quien sucumbió a una moción de censura respaldada por la izquierda y la ultraderecha. Este cambio genera preocupación en un país ya afectado por un déficit creciente que podría superar el 6% del PIB este año, lo que complicaría aún más la situación económica al no poder alcanzar el crecimiento proyectado para 2025. La inestabilidad política puede agudizar los problemas de inversión, perjudicando sectores como la industria y los servicios, que ya muestran signos de desaceleración.
Mientras tanto, Alemania también se enfrenta a sus propios desafíos con la inminente celebración de elecciones anticipadas en febrero. La posibilidad de modificar la norma del «freno de la deuda» está sobre la mesa, aunque lograr un consenso parlamentario para el cambio parece complicado debido a la debilidad de los partidos tradicionales y el posible bloqueo por extremistas en ascenso. Sin embargo, Alemania cuenta con una situación fiscal relativamente sólida que podría permitir un cambio en su modelo económico, aunque las tensiones comerciales con Estados Unidos amenazan sus exportaciones, incrementando la incertidumbre. La Eurozona, en conjunto, se recupera lentamente, limitando su crecimiento potencial y exacerbando los temores de un BCE cada vez más pesimista frente a las amenazas de proteccionismo y perturbaciones geopolíticas en aumento.
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