La reciente decisión del Ayuntamiento de Madrid de dar nombre a un sendero en homenaje a Sor Juana Inés de la Cruz en los jardines de Ferraz resalta el impacto duradero de esta icónica figura literaria. Como ha anunciado la vicealcaldesa y portavoz municipal, Inma Sanz, el camino, ahora conocido como "vereda de Sor Juana Inés de la Cruz", se extiende entre las calles Ferraz, Irún y Profesor Martín Almagro Basch. Este homenaje fue respaldado por el Pleno de la Junta Municipal del distrito de Moncloa-Aravaca el pasado 13 de marzo de 2025.
El gesto de asignar su nombre a la vereda subraya el reconocimiento de Sor Juana como una figura influyente del Siglo de Oro español y una voz pionera en la cultura hispanoamericana. La vereda se encuentra junto a un monumento dedicado a la insigne poetisa, que es una réplica de la estatua que reside en la Ciudad de México, gentilmente donada por el Claustro de Sor Juana Inés de la Cruz. Esta estatua fue diseñada a partir de un histórico retrato de época, sirviendo como un testamento físico de su legado.
Nacida como Juana Inés de Asbaje y Ramírez de Santillana en 1648 en el Virreinato de la Nueva España, hoy parte de México, Sor Juana rápidamente demostró ser una prodigio intelectual desde su infancia. A sus tres años, ya dominaba la lectura y escritura, y, pese a las restricciones de su tiempo, se educó de forma autodidacta en la biblioteca de su abuelo. Su curiosidad insaciable y su mente brillante la llevaron a sobresalir en áreas tan dispares como la teología, filosofía, astronomía, matemáticas y, por supuesto, la literatura.
Reconocida como una de las máximas exponentes literarias del Siglo de Oro, Sor Juana es también considerada una pionera del feminismo en América. Su literatura continúa siendo objeto de estudio gracias a su riqueza temática y su desafío a las normas sociales de su época. Apodada "la décima musa" y "el fénix de América", sus obras, como Amor es más laberinto y Los empeños de una casa, reflejan una profundidad y originalidad que han dejado una huella imborrable en la cultura hispánica.
Su aguda inteligencia la llevó a ser una presencia destacada en la corte del virrey Antonio Sebastián de Toledo. No obstante, en busca de una vida de concentración intelectual y espiritual, Sor Juana ingresó a la vida religiosa en el Convento de San Jerónimo. Este entorno le permitió continuar con su producción literaria y dedicarse a una vida de reflexión y escritura.
A pesar de su prolífica carrera, Sor Juana cesó repentinamente de escribir en 1693, posiblemente renunciando también a sus estudios. Solo dos años después, en 1695, falleció tras contraer tifus mientras cuidaba a sus hermanas de convento durante una epidemia. El legado de Sor Juana Inés de la Cruz sigue vivo, no solo en sus obras literarias, sino ahora también en la memoria cultural de Madrid, con su nombre perpetuamente grabado en los jardines de Ferraz.