Enclavado en el pintoresco entorno de la Provenza francesa, el Reactor Experimental Termonuclear Internacional (ITER) emerge como una de las empresas científicas más audaces de nuestro tiempo. Con la misión de replicar en la Tierra los procesos energéticos del sol, este proyecto busca cimentar la capacidad de la fusión nuclear como una fuente de energía limpia y sin emisiones de carbono. En esta titánica tarea, la inteligencia artificial (IA) y una alianza estratégica con Microsoft están jugando un papel crucial.
ITER, que involucra a más de 2.000 científicos y técnicos provenientes de 30 países, representa un esfuerzo global colosal para validar la viabilidad de la fusión a gran escala. La incorporación de herramientas de IA está generando un impacto significativo, con aplicaciones como Microsoft 365 Copilot y Azure OpenAI Service facilitando la gestión de enormes volúmenes de documentos técnicos y optimizando complejos procesos de ingeniería.
“El desarrollo de este ‘Ferrari de la ingeniería’ involucra ensamblar más de un millón de piezas con una precisión extrema”, describe Alain Becoulet, subdirector general de ITER. Equipos de todo el mundo están encargados de diferentes partes del reactor, incluidas las sofisticadas instalaciones del contenedor del plasma, conocido como vacuum vessel, capaz de soportar temperaturas decenas de millones de veces más calientes que el núcleo del sol. Este esfuerzo cuenta con la dirección experta de María Ortiz De Zúñiga, quien coordina equipos multidisciplinares empleando avanzada tecnología de computerización y algoritmos de aprendizaje automático para asegurar la máxima calidad.
La colaboración con Microsoft ha permitido avances significativos, incluyendo la creación de un chatbot de Azure OpenAI que explora más de 20 años de conocimientos acumulados, ofreciendo acceso veloz y preciso a documentos y conceptos complejos.
Desde la infraestructura del reactor hasta la operación futura del plasma, la IA es fundamental en cada etapa. Jean-Daniel Delaplagne, a cargo de las tecnologías de la información en ITER, observa cómo estas herramientas se están integrando en las operaciones diarias, desde la gestión administrativa hasta la redacción de protocolos de seguridad. Alberto Loarte, físico experto en comportamiento del plasma, destaca la capacidad de la IA para transformar la interpretación de simulaciones físicas complejas, indicando que esto podría ser determinante al predecir y controlar las condiciones del plasma dentro del reactor.
Aunque el objetivo inmediato de ITER no es el suministro de energía a la red eléctrica, su éxito abriría las puertas a futuras plantas comerciales capaces de generar un flujo ininterrumpido de energía limpia. María Ortiz De Zúñiga resume el sentido de propósito compartido: “La ingeniería es apasionante, pero contribuir a ITER es ser parte de una solución a la crisis energética global”.
El proyecto ITER representa no solo la suma de conocimientos científicos y técnicos de diversos países, sino también un faro de esperanza en la búsqueda de un futuro alimentado por energía sostenible y respetuosa con el medio ambiente. Con la alianza tecnológica de Microsoft y el poder de la inteligencia artificial, la humanidad se acerca un paso más a dominar la energía que impulsa las estrellas.