La reciente corrida en la que se presentó el encierro satancolomeño dejó mucho que desear, siendo calificada por expertos y aficionados como un anti espectáculo. Los toros mostraron un evidente sobrepeso, carecían de casta y poder, lo que resultó en una tarde decepcionante en la plaza. Alejandro Mora, uno de los diestros en el cartel, tuvo que enfrentarse no solo a la apatía del ganado sino también a una presidencia que actuó con estricta puntualidad pero sin la necesaria sensibilidad para con el espectáculo, hecho evidente cuando condenaron al torero a escuchar los dolorosos tres avisos.
Por otro lado, Antonio Ferrera mostró un desempeño desigual en el ruedo, dejando atisbos de calidad pero sin llegar a destacar en una corrida claramente desafortunada. En contraste, Manuel de Miranda se mantuvo firme ante la adversidad de las condiciones impuestas por los animales y las decisiones presidenciales. A pesar de los intentos de los toreros por salvar el evento, la falta de bravura y la inexpresividad de los toros satancolomeños impidieron cualquier posibilidad de lucimiento en una corrida que prometía mucho más de lo que finalmente ofreció.
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