En medio de una creciente incertidumbre política, el país enfrenta una situación sin precedentes en la que el presidente sigue en el cargo pero, según su propio partido, ha dejado de gestionar los asuntos del Estado y dirigir la diplomacia. A pesar de esta inacción, el mandatario no ha presentado oficialmente su renuncia, generando especulaciones y alimentando el descontento tanto entre sus partidarios como en la oposición. Esta inusual parálisis en el liderazgo ha generado un vacío de poder que ha sumido al país en un estado de confusión y ha dado lugar a una crisis institucional de gran magnitud.
La oposición, por su parte, ha denunciado lo que describe como un «segundo golpe de Estado», sugiriendo que la falta de acción por parte del presidente constituye una usurpación de poderes o una maniobra para eludir responsabilidades gubernamentales. Este escenario ha intensificado las tensiones políticas y ha llevado a que diferentes sectores exijan medidas inmediatas para resolver el estancamiento en el funcionamiento del gobierno. Mientras que algunos analistas advierten sobre las posibles implicaciones para la estabilidad democrática del país, otros piden la intervención de organismos internacionales para mediar en la crisis y restablecer el orden constitucional.
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