Varias organizaciones ecologistas han lanzado una campaña para implementar una tasa a los vuelos frecuentes en la Unión Europea, que busca reducir las emisiones del sector aéreo en un 21%. La propuesta implica un aumento progresivo del coste por billete, empezando desde los 50 euros hasta los 400 euros para los viajeros asiduos, y está inspirada en el modelo de fiscalidad que ya afecta a la gasolina y el gasoil. La iniciativa toma relevancia en medio de las discusiones de la Comisión Europea sobre un posible impuesto al queroseno, que ha sido fuertemente criticado por el sector aéreo, especialmente en España, donde la industria argumenta que tal medida perjudicaría al turismo, una actividad crucial para la economía del país.
El proyecto de tasa busca que quienes más viajan sean quienes más contribuyan económicamente, diferenciándose de los impuestos al billete aplicados en otros países europeos, que afectan a todos los usuarios por igual. Estudios revelan que casi el 70% de las personas con ingresos menores a 20.000 euros anuales nunca utilizan el avión para vacaciones, mientras que las rentas más altas concentran la mayoría de los vuelos. Las organizaciones ecologistas proponen además un recargo adicional por distancia e incentivan la inversión en transporte terrestre como una alternativa más sostenible. No obstante, el sector aéreo defiende que inversiones en combustibles sostenibles podrían lograr una reducción de emisiones más efectiva, mientras que continúan las discusiones sobre la viabilidad del impuesto al queroseno en la legislación europea.
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