A partir de este sábado, el cargador USB-C se convierte en el estándar obligatorio para una multitud de dispositivos electrónicos vendidos en la Unión Europea, marcando el fin de un periodo de adaptación de dos años impuesto por una directiva europea. Esta medida busca reducir la generación de residuos electrónicos y simplificar el uso para el consumidor, garantizando que dispositivos como teléfonos móviles, tabletas, cámaras digitales, y otros dispositivos portátiles utilicen un cargador común. Las laptops, sin embargo, disponen de un plazo extendido hasta abril de 2026 para adoptar este estándar. La normativa también regula los requisitos de carga rápida y permite a los consumidores elegir no recibir un cargador nuevo al comprar un dispositivo, lo cual está diseñado para mitigar el bloqueo tecnológico y fomentar un mercado más competitivo.
La implementación de este nuevo estándar tiene un impacto significativo en la reducción de residuos, ya que se estima que el antiguo sistema contribuía a la generación de hasta 11.000 toneladas de desechos electrónicos anuales. Con el fin de abordar este problema, la normativa no solo ahorrará hasta 250 millones de euros al año en cargadores innecesarios, sino que también se enmarca dentro de una estrategia más amplia de sostenibilidad de la UE. Esta aboga por una economía circular, reduciendo la extracción de materias primas y las emisiones de CO2 asociadas a la producción y eliminación de cargadores. La presidenta de la Comisión de Mercado Interior del Parlamento Europeo, Anna Cavazzini, subrayó la importancia de equipar a los consumidores con las herramientas necesarias para tomar decisiones sostenibles, mientras la Comisión Europea vigila de cerca la adaptación de los fabricantes y los futuros desarrollos en tecnología de carga inalámbrica.
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