La reciente campaña «Stop Censoring Abortion», promovida por la Fundación Electronic Frontier (EFF), ha sacado a la luz una preocupante tendencia en las redes sociales: la censura de información relacionada con el aborto y la salud sexual y reproductiva. A través de encuestas, se han documentado numerosos casos de «shadowbanning», una práctica que oculta silenciosamente ciertos contenidos, impidiendo que lleguen a su audiencia habitual.
El shadowbanning, también conocido como «deranking», ocurre cuando los creadores notan una disminución en la interacción de sus publicaciones y descubren que sus cuentas son difíciles de encontrar. Aunque muchas plataformas niegan esta práctica, existe una clasificación de contenidos que carece de transparencia. En numerosas ocasiones, los temas referentes al aborto son objeto de restricciones que no deberían aplicarse a publicaciones que avalan esta decisión reproductiva.
Esta censura afecta especialmente a quienes abordan temas considerados «tabú», como la sexualidad y la identidad LGBTQ+. Un caso concreto es el de Kim Adamski, educadora en salud sexual, cuya presencia en Instagram es mínima debido a estas prácticas, mostrando cómo la censura puede obstaculizar gravemente la difusión de información esencial.
Un informe del Center for Intimacy Justice revela que el 63% de organizaciones y creadores han visto sus contenidos eliminados en plataformas como Meta, y el 55% ha vivido experiencias similares en TikTok. Esto contrasta con la visibilidad que tienen contenidos violentos y extremistas en las mismas redes.
La situación actual de los derechos reproductivos en Estados Unidos es preocupante. Desde la decisión Dobbs v. Jackson en 2022, alrededor de 20 estados han restringido o prohibido el aborto, y muchas legislaciones han dejado de exigir educación sexual precisa y respetuosa en las escuelas públicas. En este contexto restrictivo, las redes sociales deberían servir como un espacio seguro para acceder a información sobre salud sexual.
Los medios digitales son vitales para proporcionar información crítica, especialmente en un momento en que el acceso a la atención médica es cada vez más restrictivo. Las redes sociales tienen la responsabilidad de garantizar la disponibilidad de esta información, no solo por la libertad de expresión, sino también como una necesidad de salud pública. La censura constante de contenidos sobre aborto y salud sexual no solo afecta la libre difusión de información, sino que también pone en riesgo el bienestar de muchas personas.
Es crucial continuar desafiando la censura y promoviendo un entorno donde todas las voces puedan ser escuchadas.