Durante el primer semestre de 2023, la economía mundial enfrentó desafíos significativos impulsados principalmente por las tensiones geopolíticas y los desequilibrios comerciales. Las disputas entre potencias como Estados Unidos y China han generado incertidumbre en los mercados, afectando las cadenas de suministro y provocando fluctuaciones en los precios de las materias primas. Además, la persistente inflación en diversas regiones ha obligado a los bancos centrales a adoptar políticas monetarias más restrictivas, incrementando las tasas de interés. Esta situación ha ralentizado el crecimiento económico en varias naciones desarrolladas, mientras que los países en desarrollo luchan por atraer inversión extranjera y estabilizar sus economías.
A pesar de este panorama, ciertos sectores continúan mostrando signos de recuperación y resiliencia. La transición energética y el avance de las tecnologías sostenibles han captado el interés de inversores, quienes buscan aportar capital a proyectos innovadores que promuevan la reducción de emisiones. Asimismo, el ámbito digital sigue en expansión, con el aumento de la demanda de servicios en línea y la consolidación del comercio electrónico. No obstante, la disparidad en la adaptación tecnológica entre países desarrollados y en vías de desarrollo podría profundizar la brecha económica global, subrayando la necesidad de políticas inclusivas que fomenten el acceso a la tecnología y la igualdad de oportunidades.
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