El cambio de hora en España, que tuvo lugar en la madrugada del 29 al 30 de marzo, ha vuelto a despertar preguntas sobre sus efectos en la población y la pertinencia de continuar con esta tradición. Con el adelanto de los relojes, los españoles pierden una hora de sueño, lo que afecta el ritmo circadiano y causa desajustes en el reloj biológico, según explican expertos como Sergio Paredes de la Universidad Complutense de Madrid. Estos cambios pueden llevar a una sensación de cansancio, irritabilidad y efectos negativos en el rendimiento, especialmente en los más vulnerables como los bebés, niños y adultos mayores, quienes pueden tardar más tiempo en adaptarse. Gonzalo Pin, coordinador del Comité de Sueño y Cronobiología de la Asociación Española de Pediatría, sugiere prácticas como la exposición a la luz solar y actividad física en la mañana para mitigar algunos de estos efectos en los menores.
Asimismo, el cambio horario ha sido objeto de debate acerca de su impacto en el ahorro energético y la preferencia social. Aunque inicialmente instaurado en los años setenta para aprovechar mejor la luz solar y disminuir el consumo eléctrico, en la actualidad, voces como la de María Prado de Greenpeace indican que el enfoque debería estar en adaptar el uso hacia energías renovables. En cuanto a la opinión pública, un estudio del CIS revela que un 65,8% de los españoles preferiría eliminar el cambio horario, con una inclinación mayoritaria hacia el horario de verano. No obstante, especialistas como Darío Acuña sugieren que establecer permanentemente el horario de invierno podría ser más beneficioso para el ritmo circadiano. Con el compromiso europeo de continúar al menos hasta 2026, la discusión sigue abierta sobre si priorizar el bienestar y la salud por encima de las costumbres energéticas tradicionales.
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