El inicio del año 2025 trae consigo una serie de modificaciones fiscales que el Gobierno ha introducido con el objetivo de aumentar la recaudación estatal en 4.500 millones de euros. Estas políticas tributarias, que repercutirán tanto en individuos como en empresas, abarcan incrementos en el Impuesto sobre el Valor Añadido (IVA), ajustes en el Impuesto sobre la Renta de las Personas Físicas (IRPF), y la apariencia de nuevos impuestos. Desde el costo de la cesta de la compra hasta las facturas de servicios básicos y el ahorro de las familias, se anticipa que estas medidas tendrán un impacto significativo en la economía diaria de los ciudadanos.
Entre los cambios más destacados en el ámbito del consumo, el Gobierno ha decidido aumentar el IVA en productos básicos, lo que repercutirá directamente en el bolsillo de los consumidores. Así, el aceite de oliva y otros alimentos esenciales verán un alza en el tipo impositivo. Del mismo modo, la electricidad volverá a gravarse al 21%, una modificación que podría exasperar a los hogares que ya lidiaban con tarifas elevadas. Además, los impuestos sobre el tabaco y los cigarrillos electrónicos también incrementarán, en un intento por desincentivar su consumo.
En el sector financiero, los cambios se manifiestan a través de un ajuste en la tributación de las rentas del capital. Aquellos ingresos que superen los 300.000 euros verán su tipo marginal incrementarse del actual 28% al 30%, en un esfuerzo por equilibrar las cargas fiscales en las franjas más altas de ingresos.
En el ámbito empresarial, las pequeñas y medianas empresas (PYMES) recibirán un alivio fiscal mediante una reducción en el Impuesto de Sociedades, lo que les permitirá un ahorro estimado de 700 millones de euros. Sin embargo, las grandes corporaciones estarán sujetas a un tipo mínimo global del 15%, alineándose con las tendencias internacionales de fiscalidad corporativa. Adicionalmente, se introduce un nuevo impuesto dirigido específicamente al sector bancario, que espera recaudar 1.700 millones de euros anuales al gravar los márgenes de intereses y comisiones bajo una escala progresiva.
Otro factor que afectará a muchas empresas y consumidores es el incremento en el impuesto a los hidrocarburos, junto con la introducción de una nueva tasa de basuras destinada a cubrir los costos del tratamiento de residuos. Ambas medidas reflejan la constante preocupación por el medio ambiente y la búsqueda de sostenibilidad en la gestión de recursos.
Frente a esta reestructuración fiscal, se aconseja a los ciudadanos ser prudentes en la gestión de sus finanzas personales. Adoptar estrategias eficaces de ahorro y consumo eficiente, junto con el aprovechamiento de las deducciones fiscales disponibles, serán fundamentales para mitigar el impacto de estos cambios. En un contexto de incertidumbre, la planificación financiera cuidadosa se erige como una herramienta esencial para sobrevivir a las vicisitudes económicas que el año promete traer.