La hipertensión arterial es un problema de salud pública que afecta a un significativo 35% de la población adulta en nuestro país, una cifra que continúa en aumento. Esta condición, que puede pasar desapercibida por la falta de síntomas visibles, se convierte en un enemigo silencioso que, de no ser controlado, puede desencadenar complicaciones tan severas como accidentes cerebrovasculares o infartos de miocardio.
Uno de los factores a menudo relacionados con la hipertensión es el consumo de sal. Según la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición (AESAN), los españoles consumen casi 10 gramos de sal al día, el doble de lo recomendado por la Organización Mundial de la Salud (OMS), y muy por encima de los 1.25 gramos diarios sugeridos por la Fundación del Corazón para mantener una salud cardiovascular óptima.
Cuando un médico detecta hipertensión, la recomendación inmediata suele ser la reducción del consumo de sal. La sal, un compuesto químico conocido como cloruro sódico, se utiliza ampliamente en la dieta diaria, aunque cada vez más personas optan por sales marinas no refinadas, que preservan minerales beneficiosos como el potasio y el magnesio. Gonzalo Ruíz Utrilla, experto en longevidad y salud integral, destaca la importancia de estos minerales para el organismo, señalando que “no necesitamos un desequilibrio entre sodio y potasio”.
La hipertensión es un problema multifactorial, y aunque reducir la sal no es una cura mágica, sí puede contribuir significativamente a su manejo. Ruíz Utrilla subraya la importancia de una dieta rica en nutrientes naturales, priorizando frutas, verduras y legumbres, junto con actividad física regular y un buen descanso, para lograr un equilibrio saludable entre los minerales necesarios.
En la búsqueda de una dieta baja en sal, muchas personas recurren a especias y hierbas aromáticas como alternativas. Pimienta, curry, comino y orégano se imponen en las cocinas como reemplazos efectivos, mientras que el zumo de limón refresca ensaladas y el ajo y la cebolla en polvo añaden sabor a carnes y pescados. Sin embargo, la creciente popularidad de la sal rosa del Himalaya como sustituto de la sal común merece precaución, ya que carece de suficiente evidencia científica que respalde beneficios adicionales y podría llevar a un consumo excesivo bajo la falsa percepción de ser menos nociva.
En suma, el control de la hipertensión va más allá de la simple reducción de sal; es una invitación a adoptar un estilo de vida saludable y equilibrado, mirando no solo a lo que eliminamos de nuestro plato, sino también a lo que añadimos para nutrirnos integralmente.