El gobierno catalán ha propuesto nuevas regulaciones para los servicios de vehículos de transporte con conductor (VTC). La medida busca imponer restricciones más estrictas, lo que podría afectar significativamente a empresas como Uber y Cabify que operan en la región. Uno de los puntos más destacables de la propuesta es la obligatoriedad para los conductores de poseer un nivel B2 de catalán, lo que enfatiza la importancia de la lengua en el ámbito laboral y la voluntad de preservar el uso del idioma en el día a día.
Estas regulaciones responden a las demandas de sectores del transporte tradicional, como el gremio de taxistas, que desde hace tiempo piden medidas que equilibren la competencia en el mercado. Se espera que esta iniciativa genere un intenso debate en torno a las implicaciones económicas y laborales, así como sobre el impacto en el servicio al cliente y la integración lingüística en la región. Con la introducción de estos requisitos, se plantea un importante reto para las compañías y los conductores, quienes deberán adaptarse a las nuevas normativas locales.
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