Según la normativa fiscal española, estar de baja laboral puede tener diversas implicaciones en la declaración de la renta. Dependiendo del tipo de baja y los ingresos percibidos durante ese periodo, los contribuyentes deben prestar especial atención a ciertos detalles para cumplir correctamente con sus obligaciones fiscales.
Cuando un trabajador se encuentra en situación de incapacidad temporal (IT) debido a una enfermedad común o un accidente no laboral, recibe una prestación económica que sustituye su salario. Esta prestación está sujeta a retención del impuesto sobre la renta (IRPF) y debe ser incluida en la declaración anual. Las prestaciones percibidas por la Seguridad Social por incapacidad temporal se consideran rendimientos del trabajo a efectos fiscales. La Seguridad Social aplica retenciones sobre estas prestaciones, por lo que es fundamental revisar si estas retenciones han sido adecuadas.
El tratamiento fiscal de las bajas por accidente de trabajo o enfermedad profesional es similar al de las bajas por enfermedad común. Las prestaciones de mutuas, gestionadas por mutuas colaboradoras con la Seguridad Social, también se consideran rendimientos del trabajo sujetos a IRPF. De igual forma, las mutuas aplican retenciones que deben ser verificadas e incluidas en la declaración.
Una importante excepción la constituyen las prestaciones por maternidad y paternidad, las cuales están exentas de IRPF desde 2018, según una sentencia del Tribunal Supremo. Por tanto, estas prestaciones no deben incluirse en la declaración de la renta ni están sujetas a retenciones.
Las prestaciones por incapacidad permanente pueden tener un tratamiento fiscal distinto. La incapacidad permanente total o absoluta está exenta de IRPF siempre y cuando provenga de la Seguridad Social o entidades que sustituyan a esta. Sin embargo, las prestaciones por incapacidad permanente parcial no están exentas de IRPF y deben declararse como rendimientos del trabajo.
Estar de baja laboral generalmente implica una reducción de ingresos, lo que puede resultar en una menor base imponible y, por tanto, en menos impuesto a pagar. No obstante, es crucial asegurarse de que todas las prestaciones y retenciones se declaren correctamente. Esta disminución de ingresos puede provocar que algunas deducciones se vean afectadas. Por ejemplo, las deducciones por rendimientos del trabajo pueden variar en función de los ingresos anuales.
A modo de ejemplo, supongamos que un trabajador ha estado de baja por enfermedad común durante tres meses en el año fiscal. Durante este periodo, la Seguridad Social le ha abonado una prestación mensual. Estas prestaciones se suman a los ingresos del resto del año y se incluyen en la declaración de la renta. Si las retenciones aplicadas durante este periodo fueron menores que las habituales sobre su salario normal, es posible que deba ajustar y pagar una cantidad adicional en la declaración.
En definitiva, estar o solicitar de baja laboral tiene varias implicaciones fiscales que deben ser cuidadosamente gestionadas. Es importante revisar los certificados emitidos por la Seguridad Social o las mutuas y asegurarse de que las retenciones se han aplicado correctamente para evitar sorpresas durante la declaración de la renta.
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