El avance de Marruecos en su política exterior, con aspiraciones de convertirse en un socio estratégico de la nueva administración estadounidense y de fortalecer sus lazos con la extrema derecha europea, ha encontrado un obstáculo significativo en las sentencias del Tribunal de Justicia de la Unión Europea. El tribunal dictaminó la anulación de los acuerdos pesqueros y agrícolas debido al etiquetado incorrecto de productos procedentes del Sáhara Occidental. La normativa comunitaria establece que estos productos deben ser identificados con su origen real y no como marroquíes, un fallo que Marruecos intenta sortear en colaboración con algunos países europeos como España y Francia. Las decisiones judiciales recalcan que cualquier acuerdo debe contar con el consentimiento del pueblo saharaui, el único sujeto reconocido en el contexto internacional en relación al uso de los recursos de este territorio en disputa desde su ocupación por Marruecos en 1976.
Frente a este escenario de presión legal y diplomática, el Frente Polisario ha dado su primer paso formal hacia la Unión Europea, solicitando negociaciones directas y un marco que respete las sentencias judiciales, asegurando los derechos del pueblo saharaui sobre sus recursos naturales. Sin embargo, las reuniones de comisiones europeas en comercio y agricultura reflejan una falta de consenso sobre cómo implementar estas decisiones, con preocupaciones de que podría revertirse el consentimiento sáhara para incluir actores marroquíes. En paralelo, una reciente resolución del Consejo de Estado francés, que apoya el etiquetado correcto de productos del Sáhara Occidental, resalta las tensiones diplomáticas en la región, en un contexto donde figuras políticas clave, como el presidente francés Emmanuel Macron, han hecho gestos diplomáticos hacia Marruecos para fortalecer relaciones bilaterales.
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