En el ámbito de la decoración de interiores, las luminarias han emergido como elementos claves para definir el estilo y la atmósfera de un hogar. En esta tendencia, dos corrientes se destacan de manera polarizante: el minimalismo radical y el uso audaz de grandes volúmenes. Por un lado, el minimalismo apuesta por modelos de lámparas casi invisibles que se mimetizan con el entorno, proporcionando luz sin interrumpir la armonía visual del espacio. Este enfoque invita a la serenidad, permitiendo que la iluminación se mezcle de manera sutil con el ambiente, sin pretender ser el centro de atención, sino un acompañante silencioso de la decoración.
En contraposición, la tendencia hacia grandes volúmenes redefine la función de la iluminación como un protagonista en sí mismo. Las luminarias de gran tamaño no solo iluminan, sino que también actúan como piezas escultóricas que añaden carácter y drama a cualquier estancia. Estas imponentes estructuras capturan la mirada y convierten los espacios de convivencia en galerías de arte contemporáneo. En este contexto, elegir la iluminación adecuada se convierte en un juego audaz entre la funcionalidad y la expresión estética, transformando algo tan cotidiano como una lámpara en un distintivo decorativo que habla por sí mismo.
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