La carrera judicial de Ángel Luis Hurtado experimentó un punto de inflexión significativo con su implicación en el caso Gürtel. Antes de 2017, su nombre era poco conocido, pero su esfuerzo por desvincular al Partido Popular (PP) de la trama de corrupción lo llevó a la notoriedad. Esta actitud le valió críticas y una posición minoritaria dentro de la Audiencia Nacional. A pesar de esto, Hurtado ascendió al Tribunal Supremo con el apoyo del bloque conservador del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ). En su primer caso en el Supremo, generó controversia al poner en el centro del caso al fiscal general del Estado por un supuesto delito de revelación de secretos, una decisión que ha sido vista con escepticismo por algunos sectores.
Enrique López, conocido por sus lazos con el PP, representa la intersección entre el partido y ciertos sectores de la judicatura. Aunque tuvo que dimitir de su posición en el Tribunal Constitucional por un escándalo de conducta, López ha mantenido roles influyentes, como consejero de Justicia y ahora nuevamente en la Audiencia Nacional. Su relación con Hurtado ha sido objeto de escrutinio, especialmente en el contexto del caso Gürtel, donde ambos mostraron predisposiciones favorables hacia el PP. Hurtado fue criticado por intentar proteger a dirigentes del PP de comparecer en el juicio, evidenciado por su deseo de evitar que Mariano Rajoy testificara. Al final, su esfuerzo fue insuficiente, y el tribunal, con Hurtado fuera de la ponencia final, condenó al PP como beneficiario de la trama. Ahora, Hurtado busca extender su carrera judicial con la intención de llevar por primera vez a un fiscal general del Estado al banquillo.
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