En medio de recuerdos llenos de risas y anécdotas, se destacó la complejidad de su personalidad. Nunca se llegó a definir claramente si era más egocéntrico o megalómano, pero lo que sí era innegable es que poseía un espíritu divertido y contagioso. Incluso en los momentos difíciles, tenía la inusual habilidad de sacar una sonrisa a quienes le rodeaban, un don que lo hizo memorable entre amigos y conocidos.
A pesar de las dudas sobre su carácter, su legado permanece en la alegría que dejaba en cada reunión o encuentro. Su capacidad para transformar situaciones adversas en momentos de diversión era un talento apreciado por todos los que tuvieron el privilegio de conocerlo. Este legado de risas y momentos inolvidables sigue vivo en el recuerdo de muchos, cimentando su lugar en la memoria colectiva.
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