Huawei Technologies Co. se encuentra en el centro de un proceso penal en los Estados Unidos que reavivará la atención internacional en mayo de 2026. La jueza federal Ann Donnelly ha decidido que la tecnológica china deberá enfrentar un juicio por 16 cargos, que incluyen crimen organizado, robo de secretos comerciales y fraude bancario. Este fallo refuerza un capítulo más en la tensa relación entre Washington y el gigante chino de las telecomunicaciones, con su repercusión extendiéndose más allá de las salas de justicia.
El expediente, preservado en el Distrito Este de Nueva York, alega que Huawei orquestó actividades criminales para expandir su influencia global. Se presentan pruebas contundentes, incluyendo transferencias superiores a los 100 millones de dólares a través del sistema financiero estadounidense, vinculadas con operaciones encubiertas en Irán a través de la empresa Skycom, con sede en Hong Kong.
Huawei se declaró no culpable y denuncia el proceso como un intento de criminalizar sus operaciones internacionales. Sin embargo, la jueza Donnelly sostiene que los cargos formulados por la fiscalía son suficientemente detallados, aludiendo a un patrón sistemático de robo de propiedad intelectual a firmas estadounidenses.
El juicio, esperado para extenderse durante varios meses, es parte de las secuelas de la Iniciativa China del Departamento de Justicia, lanzada en 2018 bajo la administración Trump. Aunque esta iniciativa fue cancelada en 2022 por la administración Biden debido a recibir críticas de perfilación racial, el caso contra Huawei persiste, simbolizando una de las mayores barreras comerciales y legales entre ambos países.
Este conflicto legal ha tenido un impacto significativo en Huawei. Desde 2019, ha enfrentado sanciones que limitan su acceso a tecnología estadounidense, obligándola a rediseñar sus cadenas de suministro e innovar en su propio sistema operativo, HarmonyOS, y en sus chips Kirin. A pesar de estas restricciones, Huawei cerró 2024 con un notable crecimiento en sus ingresos, indicando su capacidad de adaptación en un entorno hostil. Sin embargo, este proceso penal amenaza con introducir una nueva ola de incertidumbre no solo para Huawei, sino para el ya vigilado sector tecnológico chino a nivel global.
Las implicaciones no se limitan al ámbito legal, sino que también afectan los mercados financieros globales. La confirmación del juicio debilita al yuan frente al dólar, mientras que el euro se fortalece, sugiriendo una preferencia de los inversores por la estabilidad regulatoria europea en contraste con las tensiones políticas y legales de las tecnológicas chinas. La relación euro/yuan alcanza niveles máximos, reflejando el desplazamiento en las percepciones de riesgo.
El juicio a Huawei se perfila como uno de los eventos judiciales más importantes para la industria tecnológica en la próxima década. Este proceso no solo será emblemático por su resultado, sino por su efecto duradero en la normativa internacional y las relaciones comerciales tecnológicas. Con las cadenas de suministro globales en la balanza y una conexión China-EE.UU. en constante transformación, los próximos pasos determinarán el futuro de las asociaciones multinacionales en un clima geopolítico cada vez más fragmentado.
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