Un reciente estudio del Instituto Karolinska de Suecia ha puesto de relieve la importancia de una dieta saludable para reducir el riesgo de enfermedades crónicas en la tercera edad. Bajo la dirección de David Abbad-Gómez, del Instituto de Investigación del Hospital del Mar, la investigación concluyó que una alimentación equilibrada puede disminuir el riesgo de estas enfermedades entre un 9 y un 19%, tras un seguimiento de 15 años.
El estudio, publicado en la prestigiosa revista Nature Aging, analizó a más de 2.400 adultos mayores en Estocolmo, evaluando los efectos de cuatro tipos de dietas. Aquellos que priorizaron el consumo de verduras, frutas, cereales integrales, frutos secos y grasas insaturadas, mientras reducían la ingesta de azúcar, carne roja y productos procesados, experimentaron mejoras significativas en su salud.
En contraste, los participantes que mantenían una dieta proinflamatoria, rica en carne roja, cereales refinados y bebidas azucaradas, presentaron un mayor riesgo de desarrollar enfermedades crónicas. Este tipo de dieta incrementó especialmente el riesgo de multimorbilidad, afectando en mayor medida a las mujeres, principalmente en relación con enfermedades cardiovasculares y neuropsiquiátricas. Sin embargo, no se encontraron cambios significativos en problemas musculoesqueléticos.
Los resultados destacan que los beneficios de una alimentación saludable son más pronunciados en los mayores, contribuyendo a prevenir enfermedades como la demencia y el Parkinson. Los investigadores subrayan la necesidad de fomentar hábitos dietéticos saludables a lo largo de la vida para reducir el riesgo de enfermedades graves.
Con estos hallazgos, el equipo planea futuras investigaciones para desarrollar recomendaciones dietéticas más específicas, destinadas a potenciar la longevidad y el bienestar de los adultos mayores.