A pesar del descontento generalizado entre los estadounidenses respecto a los cambios estacionales de horario, la práctica de adelantar y atrasar el reloj continuará vigente en el país. Este domingo, 3 de noviembre, los ciudadanos deberán atrasar sus relojes una hora para dar inicio al horario de invierno. A lo largo de los años, diversas iniciativas legislativas han intentado acabar con esta tradición bianual, sin éxito hasta ahora. La normativa actual impide que los estados adopten el horario de verano de forma permanente. La Ley de Protección de la Luz Solar, impulsada por el senador Marco Rubio desde 2018, surge como uno de los cambios más significativos propuestos para eliminar el ajuste, pero hasta el momento no ha logrado avanzar en el Congreso.
Desde 2015, aproximadamente 30 estados han introducido legislación para poner fin a los cambios de hora, considerando incluso la posibilidad de actuar solo si los estados vecinos hacen lo mismo. Existen indicios científicos que relacionan el cambio de horario con riesgos para la salud, como infartos de miocardio y accidentes cerebrovasculares. Sin embargo, estados como Arizona y Hawái, entre otros territorios, ya han optado por no observar el horario de verano. Aunque el proyecto de Rubio, conocido como la Sunshine Protection Act, mostró cierto impulso en 2022, el progreso se ha detenido, dejando en el aire la posibilidad de que el horario de verano se vuelva permanente en el corto plazo. Si la legislación no cambia, el ciclo de adelantar y atrasar los relojes continuará hasta al menos 2025.
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