El asesinato de Ximena Guzmán y Pepe Muñoz ha dejado un profundo impacto en la Ciudad de México. Ambos eran funcionarios comprometidos en la administración capitalina con Clara Brugada y fueron brutalmente asesinados a plena luz del día en una de las principales arterias de la ciudad. Este trágico suceso ha provocado una oleada de reacciones, incluidas las lágrimas y la indignación de amigos y colegas que se niegan a hablar de ellos en pasado. Mientras Guzmán, de 42 años, socióloga apasionada por el deporte y la música brasileña, era recordada por su amabilidad y capacidad para enfrentar cualquier situación con una sonrisa, Muñoz, de 52 años, destacado por su inteligencia y compromiso, era un elemento clave en la asesoría de Brugada. La respuesta gubernamental ha sido unitaria y la presidenta Claudia Sheinbaum, junto a otros líderes, ha exigido justicia.
La pérdida de estos servidores públicos ha revelado historias de vida llenas de idealismo y pasión por el cambio social. Ximena Guzmán, cercana colaboradora de Brugada, se destacó por su empatía y habilidad para coordinar en situaciones complejas, mientras que Pepe Muñoz, cuya vida fue dedicada a la política desde una edad temprana, era conocido por su vasta cultura y devoción a las causas sociales. La Fiscalía de Ciudad de México lidera la investigación con apoyo de otras dependencias, mientras el caso genera un debate sobre la seguridad en la capital. Con un legado que combina el amor por la ciudad y un trabajo incansable por mejorarla, Guzmán y Muñoz han dejado una huella imborrable en la comunidad política y social de la Ciudad de México.
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