En un conmovedor testimonio, varias niñas han revelado una serie de episodios que habían mantenido en silencio debido a la vergüenza y el miedo que sentían. Durante sus relatos, las menores confesaron que ni siquiera entre ellas habían abordado el tema, lo que intensifica la gravedad de lo vivido y el aislamiento emocional que experimentaron. Estos relatos han sacado a la luz la complejidad del silencio que las rodeaba, destacando cómo el temor a las posibles repercusiones y el estigma social asociado les impidieron compartir sus experiencias antes.
Este revelador escenario pone en el centro del debate la necesidad urgente de fortalecer los mecanismos de apoyo y protección para menores, subrayando la importancia de crear entornos seguros donde los niños y adolescentes puedan expresar sus vivencias sin temor a ser juzgados o no ser creídos. Además, enfatiza la responsabilidad de las instituciones para implementar políticas efectivas que promuevan la educación sobre el manejo de situaciones de abuso y el desarrollo de programas de concienciación que involucren a la comunidad en su conjunto. La valentía de estas niñas al romper el silencio abre una puerta para la reflexión y el cambio necesario en la sociedad respecto al tratamiento de estos delicados temas.
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