En un juicio celebrado en Madrid, la defensa intentó argumentar que una pintada presente en una pared correspondía a una cruz de Jerusalén, caracterizada por sus brazos que terminan en forma de «T». A pesar de esta explicación, la argumentación no logró convencer al tribunal, que consideró insuficiente la relación con el símbolo histórico-religioso, sugiriendo que la pintada podría tener otras connotaciones o intenciones no especificadas durante el juicio.
El caso ha captado la atención mediática debido a la peculiar defensa presentada, que intentaba desvincular la pintada de posibles interpretaciones negativas o polémicas. Sin embargo, los argumentos presentados no consiguieron disipar las dudas sobre la intención original detrás del grafiti. El juicio continúa generando debate sobre el significado de símbolos y su interpretación en contextos legales y sociales.
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