En un sorprendente giro de eventos, un hombre ha confesado ser el autor de un crimen que inicialmente había atribuido a tres asaltantes con «acento árabe». La investigación, llevada a cabo por las autoridades locales, reveló inconsistencias en su relato original, lo que llevó al acusado a admitir finalmente su culpabilidad. Durante los interrogatorios, los investigadores detectaron contradicciones y faltas de evidencia que respaldaran su declaración inicial sobre los supuestos atacantes extranjeros.
La confesión ha desatado un debate sobre los prejuicios y la discriminación en los informes iniciales de delitos. Las autoridades llaman a la cautela al momento de difundir descripciones de sospechosos basadas en estereotipos étnicos o lingüísticos, ya que estas pueden desviar el curso de las investigaciones y perpetuar clichés dañinos. El caso sigue su curso en el sistema judicial mientras se investigan los motivos que llevaron al hombre a cometer el crimen y a inventar la historia de los asaltantes.
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